miércoles, 23 de junio de 2021

EL CEPILLO NUEVO DE FRANKIE

 



¿Cuándo sé que estoy listo para comprometerme en una relación con un hombre? cuando acepto que traiga su cepillo de dientes. Si, sé que es algo tonto. Pero todo fue cuando vi una película llamada Frankie y Jhonny. Es de los 90s, pero la vi con retraso como muchas películas antiguas. Es una historia de una mujer difícil que le llaman Frankie interpretada por la gran Michelle Pfeiffer, que me enamore de ella desde que hizo de Gatubela. También sale Al Pacino como Johnny. Si, si el del Padrino. Resulta que, en esa película, Al Pacino hace de un hombre recién salido de la prisión, que termina trabajando como cocinero en un restaurant, donde justo trabajaba Frankie. Si es muy predecible que se van a enamorar, así son las películas de esas épocas. Aunque Frankie se le hace difícil. En la escena final, ellos están en el depa de ella, Johnny había llamado a un programa de radio haciendo un pedido y el locutor, Marlon, porque el programa se llama Medianoche con Marlon, justo dice que él no aceptaba pedidos, pero esta es una excepción y dice sus nombres. Es que son los nombres de una canción popular americana. Michelle estaba en su ventana cepillándose los dientes, escucho al locutor hablar, empieza a sonar la melodía de Claro de Luna de Debussy. Al Pacino sale del baño y Michelle le dice que en el baño hay un cepillo nuevo que puede usar. Al Pacino sorprendido, le pregunta al personaje de Michelle si esta queriendo que él se cepille los dientes y Michelle asiente con la cabeza. Incluso el mas conchudo se pone una bata de baño que estaba colgado ahí también. Me puse a pensar, cuando una relación crece, es cuando le permites a dormir a la otra persona, cuando le permites verte en la mañana, sentir tu aliento, le permites verte cepillarte los dientes, le permites que se cepilla los dientes.

Con el primero que paso fue con Luis Adriano, él tenía 23 años y yo tenía 32, nuestras edades hacían un número capicúa. Éramos una pareja capicúa. Solo lo veía una vez a la semana, en su día de descanso, cosa que odiaba. Iniciamos en enero del 2012, al comienzo solo nos veíamos un par de horas y luego cada uno para su casa. Luego se fue quedando en mi casa. Hasta que una mañana me sorprendió que había traído su cepillo de dientes, como tenía una taza disponible, coloco mi cepillo y el suyo juntos en la taza. Que buenos recuerdos. Aunque las diferencias de edad empezaron a notarse y como era su primera relación homosexual, parece que el proceso de aceptación de él no estaba siendo buena, hasta que se termino la relación, nos vimos un mes más, pero luego todo acabo. Cada vez que veía esa taza lo recordaba, pero todo que acostumbrarme a que mi cepillo estuviera ahí solitario, han pasado muchos cepillos por esa taza. Algunas veces he cambiado la taza, pero hasta ahora ningún cepillo se ha quedado. Aún no pierdo la esperanza de que mi cepillo no se quedé solo.